Carta del Ayto. de Arucas con fecha 04-01-1828 al Delegado de Montes, implorando la vigilancia y conservación de la Selva de Doramas.

No podemos menos que acudir a usted, como señor juez delegado de Montes, implorándole en toda su extensión que actúe lo más enérgico que le sea dable a efectos de que la Montaña de Doramas, aquél célebre y ponderado monte desde la conquista, y que Arucas, lo mismo que la isla entera, ha mirado y mira como el patrimonio del que pende la subsistencia de sesenta y tres mil trescientos cincuenta y una almas, que viene a ser su actual población, que, si no puede ser aumentado (querido es), al menos conservado a beneficio de la posteridad, ya que algunos real “vivientes” parece que aguardaron la sanción de la Ley para, con un descaro increíble, burlarla, destrozando y decepando este mismo monte que había logrado la más lozana reposición. Porque, en efecto, este preciado y encantador monte, ha sido, contra toda razón y contra toda justicia, el objeto de presa de ciertas personas “destituídas de la más trivial moral”, que pretenden y prefieren su bien particular al común de sus compatriotas. Con tal reprobable fin, son increíbles los ataques dirigidos contra este monte, especialmente los acordados por la llamada JuntaProvincial.


Durante su fatal mandato se asomaron, más descaradamente que nunca, las miras individuales de apoderarse de este monte, dividiéndolo en tantas partes como eran entonces los particulares pretendientes de asegurar sus respectivos bienestares, con ruina y sacrificio del general de la isla. Será necesario emigrar tan pronto como se extinga y se consuma el Monte de Doramas, de donde los naturales no solo extraen todos los aperos útiles para la labranza y la agricultura, que forman su riqueza, sino que en el territorio del mismo monte exlibran y afianzan los pastos, mantenimiento de su ganado, sin olvidarse de los muchos útiles que sufragan para los barcos de pesca, una industria que nos resta, al igual que el emparrado para las viñas, a lo que se suma la leña y el carbón que las familias necesitan para los usos más frecuentes. La Montaña de Doramas, pese a su estado actual, aún suministra también todo el combustible preciso para la fábrica de sombreros, establecida para atajar la importación del extranjero. La elaboración se trata de perfeccionar por medio del maestro que, a costa de los mayores sacrificios, mandó este mismo lugar a Marsella, de donde otro maestro acaba de llegar para, a su vez, orientar y dirigir a los artesanos que trabajan en esta industria.

No hay comentarios:

Publicar un comentario